Al final de sus días, Bolívar se acostó con una puta tan sólo para preguntarle qué opinaban de él en Cartagena. Pués, excelencia, que usted está más que bueno y sano, sólo que se hace el enfermo sabe Dios con qué propósito. Bolívar ante tamaña respuesta se despojó de su camisa de dormir y le mostró los huesos cubiertos por la pálida epidermis de la tisis.