Achispado
pero ágil de piernas estaba el músico y compositor Félix Mejías cuando allá en
Soledad le presentaron al General de montonera Zacarías Lira, a quien todo el
mundo respetaba y temía, sobremanera porque era hombre de armas tomar. “Mucho
gusto amigo, yo soy ZACA rías Lira”. A lo que respondió Félix con su
violín apretado bajo el brazo y bromeador como de costumbre “El
gusto es mío General, yo me llamo, METE rías Bandola” y se esfumó porque
el hombre malhumorado se lo quedó mirando fijamente de arriba abajo.
Zacarías Lira, era un criador de ganado, de
1,65 de estatura, zambo, de cabello
ensortijado y amigo del general Emilio Arévalo Cedeño. Su voz era suave, y su mirada, fuerte y
desafiante. Solía conforme a la ocasión, usar lanza, bayoneta, puñal y Winchester calibre, 44. Tenía su fundo frente al retumbante y terrible Raudal
de El Infierno", río Orinoco.
Según
contaba Hugo Mendoza, quien entrevistó a su hija María Magdalena cuando a la
edad de 80 años todavía vivía en La Sabanita, que una vez, navegando en una
falca de Soledad hacia El Infierno, atracó en Los Dragos. Entonces
llevaba un cachorro de perro "tigrero" que le dejó a su amigo Gregorio Resplandor para que se lo
cuidara y lo adiestrara en la caza, . A los tres meses, ya de regreso, le preguntó por su perro a Gregorio y éste se lo trajo flaco y sarnoso, Fue
tanta su indignación que agarró el animal y lo lanzó contra el rostro de
su amigo y, del golpe, lo mato.
En otra
ocasión, se encontraba adormilado
sobre el piso de
la casa, en su fundo en El Infierno, y su compadre Isidoro Coraspe, lo movió con el pie
para despertarlo: "Levántese,
compadre. ¿No le da pena estar echado en el suelo?
Zacarías se despertó y se
le quedó mirando fijamente. Al día
siguiente, lo invitó a dar una vuelta por la
sabana, dizque para ver un ganado. Llegando al lugar que llamaban "La Calceta del Zamuro", Zacarías, montado en su caballo le preguntó si recordaba haberle dado con el pie en la cara.
Isidoro, su compadre y cuñado.
le dijo que eso había sido jugando. De todos modos.
Zacarías desenfundó
su revólver Smitd & Wesson, y
le respondió: "Jugando
no, compadre. A un hombre no se le da en la cara con el pie". Y le disparó, matándolo de un sólo tiro. Continuó su
camino y, llegando a la casa de la mujer de Isidoro, tranquilamente le pidió que le
preparase un cafecito. Después de tomárselo,
abrió la faja que llevaba en su cintura, sacó tres morocotas y le dijo:
"Tenga, comadre, para que entierre a
mi compadre, su marido, que lo maté en La Calceta del Zamuro ".
(AF)
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