lunes, 2 de diciembre de 2019

ZACARÍAS LIRA UN PERSONAJE ALEBRESTADO


Achispado pero ágil de piernas estaba el músico y compositor Félix Mejías cuando allá en Soledad le presentaron al General de montonera Zacarías Lira, a quien todo el mundo respetaba y temía, sobremanera porque era hombre de armas tomar. “Mucho gusto amigo, yo soy ZACA rías Lira”. A lo que respondió Félix con su violín apretado bajo el brazo y bromeador como de costumbre “El gusto es mío General, yo me llamo, METE rías Bandola” y se esfumó porque el hombre malhumorado se lo quedó mirando fijamente de arriba abajo.
Zacarías Lira, era un criador de ganado,  de 1,65 de estatu­ra, zambo, de cabello ensortijado y amigo  del gen­eral Emilio Arévalo Cedeño. Su voz era suave, y su mirada, fuerte y desafiante. Solía conforme a la ocasión, usar lanza, bayoneta, puñal y Winchester calibre, 44. Tenía su fundo frente al retumbante y terrible Raudal de El Infierno", río Orinoco.
Según contaba Hugo Mendoza, quien entrevistó a su hija María Magdalena cuando a la edad de 80 años todavía vivía en La Sabanita, que una vez, navegando en una falca de Soledad  hacia El Infierno, atracó en Los Dragos.  Entonces llevaba un cachorro de perro "tigrero" que le dejó a su amigo Gregorio Resplandor para que se lo cuidara y lo adiestrara en la caza, . A los tres meses, ya de regreso, le pre­guntó por su perro a Gregorio y éste se lo trajo flaco y sarnoso,  Fue tanta su indignación que  agarró el animal y lo lanzó contra el rostro de su amigo y, del golpe, lo mato.
En otra ocasión, se encontraba adormilado sobre el piso de la casa, en su fundo en El Infierno, y su compadre Isidoro Coraspe, lo movió con el pie para despertarlo: "Levántese, compadre. ¿No le da pena estar echado en el suelo?
Zacarías se despertó y se le quedó mirando fijamente. Al día siguiente,  lo invitó a dar una vuelta por la sabana, dizque para ver un ganado. Llegando al lugar que llama­ban "La Calceta del Zamuro", Zacarías, montado en su caballo le preguntó si recordaba haberle dado con el pie en la cara.
Isidoro, su compadre y cuñado.  le dijo que eso había sido jugando. De todos modos. Zacarías desenfundó su revólver Smitd & Wesson, y le respondió: "Jugando no, compadre. A un hombre no se le da en la cara con el pie". Y le disparó, matándolo de un sólo tiro. Continuó su camino y, llegando a la casa de la mujer de Isidoro, tranquilamente le pidió que le preparase un cafecito. Después de tomárselo, abrió la faja que llevaba en su cintura, sacó tres morocotas y le dijo: "Tenga, comadre, para que entierre a mi compadre, su marido, que lo maté en La Calceta del Zamuro ". (AF)





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