lunes, 7 de septiembre de 2020

EL PELUDO DE PERRO SECO





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Los vecinos de Perro Seco, antigua calle El Poder, hoy Guzmán Blanco, aseguran que en la playa del Polanco hay un espíritu maligno que molesta y atrapa a los bañistas. Quienes lo han visto y sentido dicen que es peludo y de allí que sea identificado como “El Peludo de Polanco”, aunque otros lo identifican genéricamente como “El Peludo del Orinoco”.

Teófilo Hernández, un pariente cercano de los Tomedes que solía bañarse en esa playa con los Pérez y los Maradei y nadar hasta la playita de El Degredo, tenía en el pie derecho la marca que le dejó el apretón de “El Peludo” cuando intentó atraparlo. Otros antiguos habitantes de los Palos de Agua y El Pueblito dicen haber sentido en noches de insomnio los chapuzones que se daba El Peludo, pero nunca llegaron a verlo como sí lo vieron muchos jóvenes bañistas que escaparon de su acecho.

Un buzo traído de Margarita para explorar el sitio del Orinoco donde en l955 se hundió la chalana “La Mucura” de Levanti, cargada de vehículos, no pudo cumplir su labor debido a que el espíritu maligno le salió al encuentro.

Apenas el buzo embutido en su escafandra se sumergió y tocó fondo, pidió que lo alzaran y ya en cubierta hubo que llamar a un médico, pues el hombre estaba desvanecido. Luego reanimado dijo haber visto un monstruo peludo que chapoteaba sus manotas para atraparlo. La chalana jamás pudo rescatarse, quedó allí para siempre y en torno a su hundimiento se han tejido muchas fábulas, entre ellas, la de un monstruo que vive encuevado bajo la Piedra del Medio.


Alí Luces, conocido como “El Tiburón del Orinoco” confirma la leyenda que le fue trasmitida directamente por doña Celia Rondón, muy solicitada por los dolientes de los ahogados cuando éstos quedaban sepultados bajo las aguas del río. Solicitada porque ella oficiaba un rito que nunca le fallaba y que consistía en rezarle una oración a la Virgen de la Candelaria mientras una totuma con vela adentro encendida era empujada por la corriente hasta quedar detenida. El buzo, generalmente el Mocho Augusto Castillo buceaba en la zona y allí casi siempre aparecía el cuerpo del ahogado.

Pues bien, la doña contaba que el tal Peludo era un marino mestizo muy peludo, hijo del encuentro forzado de un negro esclavo africano con una india del Orinoco, que fue arrojado al río tras un conflicto con el Capitán de una goleta surta cerca de la isla El Degredo, mientras esperaba puerto abierto de atraque.

El Peludo tiene una lista larga de atrapado por la costa y arrecifes del Orinoco, especialmente en la Playa del Polanco, por eso calza el cognomento de “El Peludo del Polanco” Otros han sobrevivido como es el caso de Teófilo Hernández y del ex sargento de la Guardia Nacional, Silverio Mogollón, residente en la calle Las Flores. Mogollón antes de ingresar a la GN se bañaba en la playa de La Cerámica cuando junto a una de las gigantescas piedra del Orinoco emergió El Peludo queriéndoselo llevar, pero quedó paralizado luego de pegar un salto de espanto y brinco. En la arena fue auxiliado y llevado hasta su casa donde pasó días en un chinchorro, desvariando y a punto de perder la razón.

Alí Luces, su amigo, que ha buceado el lecho del Orinoco buscando ahogados, rescatando lanchas naufragadas, pescando y desprendiendo de las piedras sumergidas el famoso camarón negro, nunca, afortunadamente, se ha topado con El Peludo, pero ha oído y escuchado cada historia, cada episodio, que no sabe si dudar o creer.


Quienes dicen haber visto a El Peludo y sobrevivido a sus chapuzones y arremetidas, aseguran que el misterioso y maligno señor de las aguas estriadas tiene un grito de guerra y que cuando fracasa se despide: “¡Se va el sapo!”. (AF)



EL WARAO QUE PRETENDÍA A LA PERIODISTA


EL WARAO QUE PRETENDÍA A LA PERIODISTA

Un indio de la etnia Warao se sintió tan atraído por la periodista Angélica Martínez que la estuvo persiguiendo, luego que ella lo entrevistó. La siguió  hasta una unidad del Comando de la Armada abordo de la cual navegaba por el Orinoco hasta el Delta un grupo de periodistas invitado para cierto operativo naval.  El Warao terminó con el asedio a la periodista cuando el Capitán de la Armada  le lanzó esta  admonición: “Jevú” que, según nos explicaron después, es un vocablo tribal asociado a cierto  maleficio étnico que asusta y espanta a los deltanos. (AF)