martes, 9 de julio de 2019

Miguel Guevara Madrid


Me informó la profesora Rosa Emilia Hernández del deceso del doctor Miguel Guevara Madrid.  Me dijo que falleció el 2 de julio (2019)  a la edad de 85 años puesto que  había nacido en 1934 en esta Ciudad Bolívar  cuando el hombre fuerte de Venezuela agonizaba en Maracay  y en el Estado Bolívar gobernaba el académico barquisimetano Antonio Álamo
Miguel nació cerca de una botica que vendía de todo y que quizás despertó en él desde muy temprano  llegar a ser algo más que un simple boticario de pueblo, Farmacéutico, tal vez, como  lo fue  también Ramón Castro Mata y Paúl von Büren y es más, con Farmacia propia como la estableció haciendo toda clase de esfuerzo, entre las avenidas Sucre y prolongación 5 de julio, poco antes del Mercado Periférico.  Pero estar detrás de un mostrador o en un laboratorio preparando en retortas los récipes médicos no era suficiente, por eso quiso ir más allá, llevar sus conocimientos de física y química hasta las aulas de los liceos y universidad y así lo hizo sin reparos y con buena estrella y un tanto inquieto por las discusiones y comentarios de sus alumnos sobre los problemas del sexo, habló con el psiquiatra Miguel Grau y el ex rector de la UCV Jesús María Bianco e hizo un postgrado de sexología que es el  estudio sistemático del hecho sexual humano, desde todas sus perspectivas, filogenéticas, ontogenéticas, antropológicas, socioculturales, fisiológicas, pedagógicas, clínicas e investigativas.  Entonces Miguel Guevara Madrid era mejor conocido como sexólogo que como profesor o farmacéutico,

Lo conocí cuando solo me dirigía hacia Caratero  y mi camioneta Chevrolet Recod sufrió un accidente y frenó su auto a mi lado para averiguar que me ocurría. Miguel siempre viajaba a su fundo en el interior acompañado de un mecánico porque era una persona muy previsiva y sin pensarlo mucho me auxilió  con su generosa bondad de samaritano y hasta mandó al mecánico a comprarme el repuesto a la ciudad.  Jamás puedo olvidar ese gesto muy digno de me masón.  Entablamos una amistad aunque distante y una vez me invitó a su casa para que observara una  bandada de pájaros  que  todas las mañanas se disputaban las frutas que su esposa les ofrecía en un lugar  estratégico de la arboleda de la casa.  No fue posible que lo complaciera y hoy lo lamento como lamento profundamente su partida silenciosa de este mundo.  (AF)  

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