miércoles, 28 de noviembre de 2018

La Esquina de Mambrini


La Esquina Mambrini (en realidad "Mambrino", pero los parroquianos angostureños preferían “Mambrini”) entre calle Bolívar y Libertad era un Botiquín administrado por un viejo corso.  Luego pasó a manos del Viejo Casanova, siempre  lidiando gente como el Pope Gómez, don Félix Tomasi (dueño del negocio), Dominguito Maestracci, el carupanero Mandalay y tanto especímenes de la disipación y la bohemia. Finalmente era el Botiquín Restaurante del chinito Gond Fung, llamado My Ha My que recogió la antigua bohemia del Café España, donde lo más popular de la abogacía discutía y arreglaba los asuntos judiciales, jugaba dominó y tomaba Whisky a dos bolívares.  Al lado de Mambrini estaba la casa del historiador Bartolomé Tavera Acosta.  Allí escribió su famoso libro “Los anales de Guayana”.
A Mambrini que nunca reveló su nombre, acaso por complicadamente exótico, solo le restaba cumplir su propio papel de barbero, porque al parecer era su oficio,  para redondear la historia que le inventaron los humoristas e intelectuales bolivarenses de entonces que según ellos, era el mismo personaje de la novela de caballería del escritor italiano Roseo en la cual habla del Yelmo de Mambrino un ficticio yelmo de oro puro que hacía invulnerable a su portador, propiedad original del legendario Rey moro Mambrino. La posesión del casco era la ambición de todo buen caballero y siendo así se veía lógico dentro de su propia locura que por él se interesara don Quijote de la Mancha y de esta manera lo cuenta Miguel de Cervantes en esa novela famosa. 
Cuenta Cervantes que don Quijote cuando en compañía de su Escudero Sancho Panza  quiso refugiarse en el Molino de Batanes y vio a un barbero salir del lugar montado en su burro rucio y con una vasija de peltre relumbrante sobre su cabeza para protegerse de la lluvia, lo confundió con el Rey Moro y se lanzó contra él.
El pobre barbero, viendo aquel hombre que venía impetuoso, lanza en ristre, se bajó del burro y  echó a correr por la sabana eterna, como diría el poeta, con una luz amarillenta flotando en las lámparas del aire.(AF)







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