En la antigua Angostura del siglo dieciocho,
era popular el Bálsamo de Fierabrás, recomendado contra los males y dolores del
cuerpo. Y leyendo a Don Quijote de la Mancha, veo que también era conocido del
desgarbado hidalgo de adarga y lanza,
pues después de la derrota que le infligieron los Molinos de viento, ingirió unos cuanto tragos hasta que repetidos vómitos
se hicieron presentes, pero con la buena fortuna que después de tres horas de
sueño delirante y profundo, se levantó como un toro y viendo Sancho Panza aquel mágico resultado, abrevó
ansioso en el sobrante, pero aquí la fortuna del hidalgo se burló de él, toda
vez que todo el día y la noche la paso, como dicen los caraqueños, de Chorro a Coliseo. (AF)
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