jueves, 16 de julio de 2020

DON ANTONIO LICCIONI,



Don Antonio Liccioni, fundador de Orocué en Colombia y El Callao en el Estado Bolívar. era corso, pues en Córcega, lejana isla francesa del Mar Mediterráneo, nació en 1817, precisamente cuando Guayana estaba saliendo del régimen colonial hispano, emancipada por los patriotas conducidos por Simón Bolívar y Manuel Piar. En 1840, a la edad de 23 años, Liccioni se trasladó de Francia a Colombia, donde residió y contrajo matrimonio con Natalia Beltrán, de cuya unión nacieron siete hijos: Antonio, Cesar, Leopoldo, Julio, José Roberto, Natalia y Margari­ta Liccioni Beltrán. Luego se radicó en Casanare atraído por las tierras de las antiguas haciendas jesuitas que llegaban hasta las costas del Meta, concretamente hasta el Puerto de Guayabal, donde se desempeñó como agregado comercial de la embajada francesa en Colombia Se compenetró tanto con sus autoridades que llegó a adquirir la ciudadanía de este país para poder actuar en sus negocios con soltura y fortuna. En 1850, en compañía del señor Agustín Norzagaray y algunos miembros importantes de la nación indígena sáliva, fundó la población de Orocué, en tierras de los indígenas yaruros, a orillas del río Meta. Entre 1857 y 1860, ocupó el cargo de Prefecto del Territorio de Casanare, con sede principal en la ciudad de Ariporo, sobre el río del mismo nombre, desde el cual fomentó hatos ganaderos. En su hacienda hospedó a los generales Juan Crisóstomo Falcón y Antonio Guzmán Blanco, quienes se encontraban refugiados en el vecino país después de la derrota de Coplé y entabla lazos de amistad con ambos y el 11 de octubre de 1864, presenta una petición al gobierno de Bogotá en la cual se hace el vocero de los ganaderos del Casanare que reclaman una indemnización por los daños sufridos como consecuencia de los combates de la Guerra Federal venezolana (1859-1863). Ejerció la Prefectura de Casanare y posteriormente el cargo de Cónsul de Colombia en Ciudad Bolívar desde 1888 hasta 1894. Se había establecido en el Estado Bolívar entre 1865 y 1870 con todo su ganado para el cual adquirió los hatos ganaderos Tocoma y La Aurora y luego, Juan Bautista Dalla Costa, lo ganó para reorganizar y pre­sidir la Compañía Minera de El Callao, donde realizó una labor em­presarial tan importante que dio lugar a la formación del actual municipio minero de El Callao.
            La Compañía Minera de El Callao llegó a producir hasta 8 tonela­das de oro al año y le imprimió gran dinamismo a la actividad mer­cantil bolivarense, sostenida hasta entonces por la ganadería y explo­tación de subproductos de la selva como el caucho, la sarrapia,  balata y las cortezas amargas de árboles medicinales.
            Pero Liccioni no vino expresamente en busca de El Dorado sino como hombre de hacienda que quería poner en práctica su expe­riencia acumulada en el fomento ganadero de Casanare, pero por fortuna se encontró con el filón de El Callao que le permitió sin tener que dejar la ganadería, incursionar en el área minera como no antes ni después lo habían hecho otros sectores ligados a la explotación aurífera.  Tomó posesión  de la presidencia de la Compañía Minera Nacional El Callao, el 18 de enero de 1870 hasta 1890  cuyo capital amplía en 1878, a 257.000 venezolanos (Bs. 1.285.000) y luego en 1886 a Bs. 32.000.000, convirtiendo Compañía Minera El Callao  convierte en el polo de atracción de toda la región guayanesa. Para el año de 1881, la producción de la mina de El Callao alcanza el primer lugar en el mundo. 
Debido a su amistad personal con Guzmán Blanco y a su posición como presidente de la compañía minera, Liccioni actúa como intermediario (14.6.1883) en la venta de los terrenos que le habían sido asignados al Colegio Nacional de Guayana, negocio en el cual se encuentra involucrado el propio Guzmán Blanco, entonces presidente de la República. A partir de 1890, los yacimientos auríferos de la mina de El Callao se van agotando y Liccioni decide retirarse y pasar sus últimos días de vida en Ciudad Bolívar, dando paseos vespertinos en su Coche tirados por caballos. En esta ciudad fallece el 19 de junio de  1901. El Gobierno decretó duelo regional con las oficinas públicas cerradas durante dos días.  Don Antonio Liccioni, vertiente mayor de la sangre corsa en Guayana, demostró su vitalidad y empuje como ganadero y fun­dador del gran pueblo aurífero de El Callao. (AF).
(Tomado del libro inédito de Américo Fernández "El Callao, ciudad dorada)

            



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