miércoles, 20 de junio de 2018

Naranjo se quedó sin chamba




En diciembre de 1973 cuando Nicaragua fue trágicamente sacudida por un terremoto, Gustavo Naranjo júnior dirigía El Bolivarense y él, siempre fogoso y por el prurito de tubear a la competencia era capaz de llegar hasta Pequín.  Pero esa vez sólo fue hasta Centro América.  Aprovechó una flotilla francesa que hizo escala en el Aeropuerto Tomás de Heres de Ciudad Bolívar antes de continuar rumbo a Nicaragua.  Se las ingenió como pudo y logró pasaje en una de las unidades.  Era un 24 de diciembre, sin equipaje y con sólo una cámara fotográfica, llegó a Nicaragua y permaneció allí hasta el 31 que pudo de retorno conseguir una cola.  Cuando se presentó en los talleres de El Bolivarense donde desde hacía una semana lo esperaban intranquilos pues  había prácticamente abandonado el periódico sin decir nada a nadie, dijo: “Pónganse alegres muchachos, porque  aquí traigo material para tubear durante varios días a la competencia”, pero al  oírlo, el doctor  Álvaro Natera, salió impetuoso de su oficina levantando la voz: “Tú sabes como es la cosa, Naranjo, el tubazo te lo voy a dar yo.  ¡Estás despedido! (AF)

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