sábado, 11 de agosto de 2018

Se Vende el Orinoco barato y en cómodas cuotas


El poeta Héctor Gil Linares, tendido sobre uno de los  bancos de estilo romano de la Plaza Bolívar, me confesó una revelación según la cual era dueño del Orinoco y, que por lo tanto, podía ofrecerlo en venta a fin de paliar su hambre, recuperar su vivienda y viajar a sus antiguos predios en la República del Este, donde había sido electo Ministro de las Galaxias.  Entonces publicó un aviso en diario El Luchador dirigido por el periodista Jorge Romero que decía: “Se vende el Orinoco, barato y en cómodas cuotas.  Por motivo de viaje y otros ayunos, me veo obligado a desprenderme de tan undoso río.  Razón estomacal me obliga en vista de mi imagen que se ve reflejada en el agua cristalina.  Poeta soy porque vivo cantando.  Filósofo por la estirpe ancestral de los reyes.  No escondo mi vaso de licor.  Me lo bebo en la esquina rutilante donde todos los ven multiplicado.  Vaso cobarde y escondido es el del piano bar o el decadente cenáculo de los liderzuelos de turno.  Me desprendo del río, pero eso sí,  me reservo el derecho de peces y crecidas de agua convertidas en cerveza, noble más noble que trasnochadas en la madrugada o la visita reglamentaria al lupanar donde nunca me has visto.  Son testigos las hambrunas deliciosas del hazme-reír cobarde y las dormidas al raso en los bancos del Paseo Orinoco.  Las dormidas al raso tienen su compensación.  Se ve de frente a las estrellas. (AF)

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