sábado, 28 de julio de 2018

Un sordomudo comunicativo


Discípulo de Nico, el maletero del Terminal del Aeropuerto de Ciudad Bolívar,  era el sordomudo Clovis Guevara, quien acusaba una viveza diligente desde que amanecía hasta el aterrizaje del último de los aviones que cubren las rutas de las minas diamantíferas y auríferas del interior de Guayana.
La tarea que le había impuesto la necesidad de un ingreso más o menos estable, consistía en acarrear carga y pasajeros hacía determinada aeronave, lo cual le reportaba doble propina: la del piloto y la del viajero. Podía, además, solicitar combustible con su onomatopéyica voz, calentar los motores y carretear la avioneta de un lugar a otro si era preciso, salvo que siempre se negaba a volar porque, al igual que a Nico, aparentaba sufrir de aerofobia.
El miedo a los aviones le vino desde que el capitán Rubén Vargas, piloto de un bimotor oficial en el que viajaba como invitado, embanderó  intencionalmente el motor derecho. Al percatarse, el mudo Clovis se zafó el cinturón, corrió alborotado hasta la cabina y estirando el brazo derecho y dándole de canto con su mano izquierda casi habla por primera vez.
El piloto comentó después haber disfrutado por anticipado de lo que fue siempre un reiterado episodio de hilaridad en el diario discurrir del aeropuerto, donde  el Mudo, a pesar de su incapacidad, era el que mejor se comunicaba y entendía con la gente, menos cuando lo dieron por perdido y hubo que movilizar a la policía. El Mudo, tres días fuera de su casa sin previo aviso, fue hallado en Canaima y nadie supo jamás como llegó a aquellos parajes.(AF)

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