viernes, 26 de octubre de 2018

Entre lo mítico y lo místico




Tal vez por ser niño travieso mi Madre me llevó a la casa de una señora llamada Angélica, quien desnudó me introdujo en un cuarto penumbroso donde me santiguó con un ramo de olivo para quedar, según me dijo,  curado contra todos los males.  Más tarde un sacerdote Carmelita nativo de Cataluña llamado el Padre Agustín me dijo yo tenía no sé por qué, un ángel tutelar que guarda mis espaldas.  Lo cierto es que me lo creí cuando tratando a nado de alcanzar a un barco anclado muy fuera de la playa sufrí calambre y  me ahogaba cuando uno de la competencia llamado Marcos Lunar López me salvó llevándome hasta la orilla.  Ya en Ciudad Bolívar, conducía solo una lancha con motor fuera de borda cuando ésta se  trambucó al tiempo que pasaba un italiano de la ferretería Uraima rasgando el río en una lancha deportiva y me socorrió evitando que me tragaran las  aguas del Orinoco.  Siendo directivo urredista viajaba con Humberto García y Lugo Bello desde El Dorado a Tumeremo cuando el conductor perdió el control y el jeep en que viajábamos cayó precipitosamente debajo de un puente sin que sufriéramos algún rasguño  Años después, siendo periodista, a la avioneta donde iba hasta Guasipati,  le explotó en el aire un cilindro y cayó en plena selva sin que los ocupantes sufriéramos más que el gran susto. (AF)

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