Ikabarú,
a la orilla del Río de su nombre, al
Sur-Este del Estado Bolívar, en la frontera con Brasil a través de la Sierra
Pacaraima, tradicionalmente, desde los años cuarenta, ha sido un pueblo minero
con unos 300 habitantes aproximadamente.
Se
hizo célebre porque en el río se encuentra la zona minera del Polanco, donde
Jaime Teófilo Hudson, el célebre “Barrabas” surucó en tierra de relave el
Diamante más grande (155 quilatea) que hasta ahora se conoce en Venezuela y al
que el Presidente Medina Angarita cuando lo tuvo en sus manos, lo bautizó con
el nombre de “El Libertador”.
Fue
el de César Díaz Valor (CDV) el primer comercio que se estableció allí y el que
surtía y fiaba a los mineros. La única
bebida que se ofrecía ahí era la Cerveza Victoria en botellón, media jarra y la
pequeña llamada ”caribita” que desde
Ciudad Bolívar le acreditaba su distribuidor Jesús López Fernández. “Chucho”
López de la cofradía masónica de Don Natalio Valery, cada vez que venía César Días
Valor a saldar sus cuentas lo saludaba con
las iniciales de su nombre “Se CDV o no se CDV”.
Hoy
Ikabarú vuelve a las página de los medios de comunicación, no para buenos y sorprendentes
anuncios como el del Diamante de Barrabás, sino para la fatalidad de mineros masacrados por la “espectral codicia
que mira el rostro en el espejo roto de los negros”, como dice el poema de José
Sánchez Negrón. (AF)
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