El Dorado, no obstante tantos nombres, siempre fue el mismo en la imaginación del hombre que soñaba desde los tiempos bíblicos con una ciudad fabulosamente rica en oro, plata y piedra preciosas. Primero se conoció como Ofir y después como El Dorado, Manoa, Parima, Guatavita, Taipiti, Trapalanda, Lin-Lin, Fuente de la eterna juventud y la Ciudad Encantada de los Césares. (AF)
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