sábado, 2 de noviembre de 2019

La muerte presentida


No es mucho lo escrito sobre seres que presienten la proximidad de su muerte poco antes de que ocurra.  Obviamente, ellos no lo dicen ni lo comentan, pero actúan como movidos por un impulso no consciente.  Por lo que he visto y sentido, llego a creer que ciertamente la gente presiente el inevitable suceso  y se despide silenciosamente con una simple visita, un abrazo,  un apretón de manos, un regalo  o una simple e inesperada conversación sobre cualquier tema.
     En mi caso, Pedro Vicente Gómez, pocos días antes de morir (octubre de 1991)  a consecuencia de una cirrosis renal me mandó a buscar con su esposa (era casado en segundas nupcias) para poner en mis manos personalmente un libro editado en el siglo diecinueve  sobre la monarquía en América (“Fernando VII y los nuevos estados”) del académico Carlos A, Villanueva, así como un material sobre el Congreso Anfictiónico de Panamá.
     Juvenal Herrera, fallecido durante los Carnavales de El Callao, 10 de febrero de 1991, me regaló  días  antes de su muerte, el último libro de Arturo Uslar Pietri, “La visita en el tiempo”  No sé  por qué siempre me imaginé fue éste un obsequio de despedida en la ocasión premonitoria de su viaje hacia la ultimidad, tanto por lo que le aconteció inmediatamente después como  por el título sugerente del libro.
     El 18 de mayo de 2004 falleció Rafael Pineda y antes de morir vino a Ciudad Bolívar y visitó mi casa por primera vez para entregarme personalmente su Curriculum con estas palabras “esto te interesa” junto con el último de sus libros: “Iconografía de Francisco de Miranda”.
     El 29 de septiembre de 2019 murió el doctor Celestino Zamora Montes de Oca.  Murió de un infarto al corazón en la grama de su casa y unos día antes visitó mi casa para obsequiarme un libro sobre su vida, escrito por Albor Rodríguez,
     El artista plástico Rufino Sambrano  murió a raíz de un ataque de asma en un Hotel de Caracas. Días antes me visitó en la Corresponsalía de El Nacional para obsequiarme una pintura dedicada a las Tres Parcas.  Lo igual me ocurrió con el artista plástico Moncho Ray.  Días antes de que fuese hallado muerto en la soledad de su Taller, visitó mi casa para obsequiarme la pintura neo realista “La última cena”.

     Hubo otros casos premonitorios como el de Álvaro Natera que por primera vez visitó mi casa poco antes de morir y otros  sin libros y pintura de por medio sino extraños abrazos como el de la arquitecto Elisa Landaeta de Guedes  y larga conversación telefónica como la del poeta José Sánchez Negrón.  El doctor Camilo Perfetti recién sometido de gravedad a una delicada cirugía  en clínica caraqueña, tan pronto retornó a Ciudad Bolívar,  me invitó a tomar unos Whisky en el Faro y me negué, precisamente,  por esa circunstancia de su vida.  Creo que presentía la proximidad de su eterno viaje y quería de esta manera tan característica en él, despedirse del amigo.  (AF)

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