No es mucho lo escrito sobre seres que presienten
la proximidad de su muerte poco antes de que ocurra. Obviamente, ellos no lo dicen ni lo comentan,
pero actúan como movidos por un impulso no consciente. Por lo que he visto y sentido, llego a creer
que ciertamente la gente presiente el inevitable suceso y se despide silenciosamente con una simple
visita, un abrazo, un apretón de manos,
un regalo o una simple e inesperada
conversación sobre cualquier tema.
En mi caso, Pedro Vicente Gómez, pocos días antes
de morir (octubre de 1991) a
consecuencia de una cirrosis renal me mandó a buscar con su esposa (era casado
en segundas nupcias) para poner en mis manos personalmente un libro editado en
el siglo diecinueve sobre la monarquía
en América (“Fernando VII y los nuevos estados”) del académico Carlos A, Villanueva,
así como un material sobre el Congreso Anfictiónico de Panamá.
Juvenal Herrera, fallecido durante los Carnavales de
El Callao, 10 de febrero de 1991, me regaló días antes de su
muerte, el último libro de Arturo Uslar Pietri, “La visita en el tiempo”
No sé por qué siempre me imaginé
fue éste un obsequio de despedida en la ocasión premonitoria de su viaje hacia
la ultimidad, tanto por lo que le aconteció inmediatamente después como
por el título sugerente del libro.
El 18 de mayo de 2004
falleció Rafael Pineda y antes de morir vino a Ciudad Bolívar y visitó mi casa
por primera vez para entregarme personalmente su Curriculum con estas palabras
“esto te interesa” junto con el último de sus libros: “Iconografía de Francisco
de Miranda”.
El 29 de septiembre
de 2019 murió el doctor Celestino Zamora Montes de Oca. Murió de un infarto al corazón en la grama de
su casa y unos día antes visitó mi casa para obsequiarme un libro sobre su
vida, escrito por Albor Rodríguez,
El artista plástico
Rufino Sambrano murió a raíz de un
ataque de asma en un Hotel de Caracas. Días antes me visitó en la
Corresponsalía de El Nacional para obsequiarme una pintura dedicada a las Tres
Parcas. Lo igual me ocurrió con el
artista plástico Moncho Ray. Días antes
de que fuese hallado muerto en la soledad de su Taller, visitó mi casa para
obsequiarme la pintura neo realista “La última cena”.
Hubo otros casos
premonitorios como el de Álvaro Natera que por primera vez visitó mi casa poco
antes de morir y otros sin libros y
pintura de por medio sino extraños abrazos como el de la arquitecto Elisa Landaeta de Guedes y larga conversación telefónica como la del
poeta José Sánchez Negrón. El doctor
Camilo Perfetti recién sometido de gravedad a una delicada cirugía en clínica caraqueña, tan pronto retornó a
Ciudad Bolívar, me invitó a tomar unos
Whisky en el Faro y me negué, precisamente, por esa circunstancia de su vida. Creo que presentía la proximidad de su eterno
viaje y quería de esta manera tan característica en él, despedirse del amigo. (AF)
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