viernes, 21 de noviembre de 2014

Las cinco patas del gato


Tengo conocidos que me da gusto verlos y conversar con ellos, sobre todo porque no se enredan, no les gusta complicarse.  No pierden su tempo buscándole la quinta pata del gato.  Son francos y abiertos, aunque algunas veces viven tan intensamente lo que leen que se sienten  protagonistas.  algo asi como una variante de la mitomanía que sufría el pintor onírico José Martínez Barrios, quien sin haber salido nunca del Casco Histórico de la ciudad donde nació y vivió hasta su muerte, contaba tan vívidamente cuando vivía  en el Barrio Latino de París y discutía con Joseh Albert sobre la interacción de los colores o del gato de Piccaso parecido al que tenía en su casa de la calle Democracia. A propósito no  se explicaba por qué la gente se refería a las cinco patas del gato, a menos -decía- que incluyese el rabo que en todo caso no calza pezuñas sino peludas antenas que lo guían como el timón a una embarcación. Un rabo que difícilmente coge candela porque no es de paja como el de  algunos de sus vecinos que no evitan arrimarse al fogón de su tía. (AF)


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