sábado, 3 de enero de 2015

Tom Parr vivió 153 años



Tomás Parr, un soldado y farmacéutico inglés,  vivió 152 años y  para perpetuar su elevada longevidad le pusieron su nombre a un licor ideal producido en Escocia (Old Parr) Todos sus paisanos creían que el Viejo Tom era inmortal, físicamente, por supuesto, porque  espiritualmente sigue viviendo en el  aroma del scoch.  Para mí que la inmortalidad física es una quimera.  Los alquimistas con su  piedra filosofal y Ponce de León perdieron el tiempo.  Jamás pudieron dar con esa enigmática  fuente o elixir de la eterna juventud, ni siquiera Fausto y Dorian Gray que a cambio le vendieron el alma al Diablo. Lo del Ave Fénix, por ejemplo, no fue sino un ensayo mitológico para demostrar que la inmortalidad sólo es posible en una especie única como esa antigua ave  con plumaje dorado-púrpura que decían cantaba al amanecer.  Debe ser aburrido vivir tanto tiempo. Hay que ver lo que es vivir 500 años,  como el Ave Fénix,  para luego emprender largo vuelo, de Siria a Egipto,  ofrecerse  en holocausto y renacer de las propias cenizas.  (AF)

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