Los bolivarenses se quejan de los cambios de
nombre de las instituciones. Llega un
momento, dicen, en que pierden la identidad y al pueblo, por lo tanto, se le hace difícil reconocerlos. Cambiar de nombre como cambiar de vestido es
una veleidad de la política ociosa. Por
ejemplo: La Legislatura Regional comenzó llamándose “Diputación Provincial” Luego “Asamblea Legislativa” y ahora “Consejo
Legislativo” y el gasto que significa:
nueva papelería, sellos y trabajar para que el pueblo se acostumbre. Ante los diputados, al igual que los concejales, eran prácticamente ad
honorem. Solamente devengaban una dieta
durante un mes que duraba anualmente las sesiones. Hoy en día ganan sueldo,
bonos, prestaciones, viáticos, jubilaciones.
Antes ni siquiera sede propia.
Sesionaban en la planta baja del Palacio de Gobierno. En 1959 tomó como sede la Casa del Congreso de Angostura y finalmente hizo propia a mediados de
la década del 60, la Biblioteca Auditorio, edificada sobre los restos del
antiguo Teatro Bolívar durante las
administraciones de Mario Briceño Iragorri y Carlos Tocón Rodil. El Auditorio Simón Rodríguez era prácticamente
un teatro combinado con una Biblioteca donde yo por cierto leí “El Cojo
Ilustrado”. Ese auditorio fue inaugurado
el 5 de mayo de 1945. Para el efecto
hubo un programa artístico transmitido por la Ecos del Orinoco y La Voz de
Guayana: Himno Nacional ejecutado por la Banda Dalla-Costa, palabras de Mario
Briceño Iragorri, quien vino expresamente desde Caracas; recitación de Héctor
Guillermo Villalobos; “Serenata Se”, del compositor L. Danza, interpretada por
Irma Huncal, acompañada al piano por el profesor José Francisco Miranda.
Palabras de Enrique Planchard, director
de la Biblioteca Nacional y palabras de clausura por el doctor Eleazar Alcalá
de Armas, director de la Sociedad Amigos de la Cultura de Guayana, entidad que
recibió el edificio para su administración. Su
presidente, Eleazar Alcalá de Armas, quien también era presidente del Colegio
de Abogados, no resistió ciertas críticas que se le venían haciendo por la
prensa y renunció a todos los cargos institucionales que desempeñaba, visto lo
cual el Presidente del Estado tomó una gran decisión: decretó la creación del
Servicio de Cultura del Estado Bolívar, adscrito a la dirección de educación, para suplir las funciones
confiadas a la Sociedad de Amigos de la Cultura de Guayana. (AF)
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