Irremediablemente mucha gente ha llegado a la feliz conclusión de que los periodista son
lingüistas, geopolíticos, andarines, actores, sabelotodo, comodín, peritos en
relaciones exteriores, experto en la bolsa de valores, conocedores de la economía y la estadística,
al tanto de la fisión y la balística, pero lamentablemente,a quién le
interesa si el pobre vive o agoniza, debe
conseguir al instante la noticia. Yo fui amigo de periodistas catalogados de sabelotodo como Santiago Alacayo morador de La Vuelta del Cacho escribiendo una interminable enciclopedia, también de Santiago Maestracci
dotado de una voz que retumbaba, de Eduardo Santana a quien nunca pude ganarle una partida de Ajedrez
y del periodista, poeta y filósofo Héctor Gil Linares, mejor conocido en los predios de la República del Este como “El Galáxico” y que terminó con su vida
lanzándose contra la trompa de un automóvil a 80 kilómetros por hora. Pienso hubiera hecho como su semejante Diógenes, el
de la antigua Grecia, que se suicidó aguantando la respiración antes que
descerrajarse un tiro en la sien como es costumbre de muchos suicidas
despechados del amor y de la vida. El
Galáxico murió frustrado de no haber encontrado quien le comprara el Orinoco,
en cambio Diógenes pudo morir satisfecho de haber sido visitado por el Rey
Alejandro, quien prometió darle todo lo que le pidiera. “Sólo quiero que te apartes para que no me
quites el Sol”, le respondió el filósofo alumno de Aristóteles.(AF)
Un gran hombre. Mi tío, lo adore mucho. Un día como hoy falleció...
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